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15 | JUN

La Reforma nos sigue convocando

En un nuevo aniversario de la gesta de 1918, el decano de nuestra Facultad, Prof. Alejandro Vila, destaca algunas líneas de trabajo necesarias para actualizar el legado reformista. 

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El 15 de junio se conmemora un nuevo aniversario de la gesta reformista de 1918. Ese día, un grupo formado principalmente por estudiantes irrumpieron para impedir las elecciones de rector en la Universidad Nacional de Córdoba y, de esta manera, ingresaron definitivamente en la arena política argentina. Entre las aspiraciones de este movimiento se puede leer la intención de generar un proceso de modernización de la tradición conservadora, feudal y monástica que tenía la universidad cordobesa. Es por ello que los protagonistas inscribieron sus acciones como gestores de un momento revolucionario de carácter emancipador y latinoamericano, convirtiéndose en promotores del desarrollo de un saber científico, de un proceso de laicización y como impulsores de la ampliación de la participación democrática que en el país se abría al calor del radicalismo.

 

Los reformistas diseñaron una arquitectura institucional republicana que posibilitó el autogobierno y la participación de los claustros en la vida universitaria: la autonomía y el co-gobierno. Como parte de ese programa se reivindicaron la libertad de cátedra, la asistencia libre, la extensión universitaria, el valor del conocimiento científico, incorporando más adelante la gratuidad y el ingreso irrestricto vinculados al desarrollo de los derechos sociales con el peronismo. En esta matriz la educación superior adquirió el carácter de bien público y de derecho humano, en contraste con las ideas y concepciones que la acercaban a un servicio y a un privilegio de las élites. La Reforma definió así un proyecto universitario y también un modelo de país.

 

Se puede afirmar que la agenda reformista es siempre inconclusa y se despliega como un horizonte más que como un punto de llegada. En su legado la actualización es necesaria y procura dar respuestas a los desafíos de cada tiempo. Así, la apertura a la novedad, la sospecha del dogma y el desarrollo del saber crítico permiten institucionalizar los debates, los conflictos y procesar colectivamente los cambios. En este sentido, la universidad de la Reforma adquiere un carácter abierto y poroso a las improntas renovadoras en lo académico, institucional, cultural, político y social.

 

Los aniversarios son momentos oportunos para actualizar ese legado revisando los contratos políticos, educativos, sociales y éticos que implican ser miembros de una universidad pública y reformista. Debemos asumir férreos compromisos para construir la universidad que nuestro país necesita y que, además, soñamos y queremos. Valorar los logros es un motivo de orgullo y de identidad, no obstante, también debemos ser críticos con las promesas incumplidas y los déficits de nuestra institución. La inconformidad es un motor que, canalizado colectivamente, puede transformarse en un virtuoso vector de transformación. Por esto mismo quisiera destacar algunas líneas de trabajo que considero necesario desarrollar y/o profundizar:

 

Compromiso con la igualdad

Los reformistas debemos trazarnos un objetivo en clave de imperativo generacional donde la lucha contra la pobreza, la exclusión social y las desigualdades tiene que ser un horizonte movilizante común. Las universidades son, sin duda, instituciones claves para desarrollar este combate en tanto espacio de producción de conocimiento, de construcción de opinión pública, de formación de docentes (que se incorporan a todo el sistema educativo), de investigadores, de cuadros políticos, de técnicos, de profesionales y por su enorme capacidad para construir y confluir con movimientos sociales, culturales y políticos que comparten los mismos objetivos.

 

Compromiso con la sustentabilidad

La lucha contra la degradación ambiental y la construcción de otro modelo de desarrollo sostenible son urgentes porque la pobreza y la destrucción del ambiente se retroalimentan. El impulso de una agenda verde y la implementación de la educación ambiental en las currículas son una prioridad que se suma a las prácticas para fomentar tanto el cuidado como garantizar el acceso universal al agua potable, las políticas de reciclaje, el ahorro y generación de fuentes de energías renovables.

 

Compromiso con la diversidad

Existe una tendencia global a romper con los modelos de estandarización, cuestionar los criterios únicos y los mundos uniformes. El ingreso irrestricto y la gratuidad definieron las políticas de ingreso y de permanencia y son pilares fundamentales en la articulación entre masividad y democratización. Sin embargo, para consolidar esta articulación resulta necesario profundizar las políticas de diversidad:

 

  1. Reconocer e incorporar la diversidad de sujetos, identidades y saberes porque las desigualdades sociales conllevan desigualdades epistémicas.
  2. Flexibilizar los modelos institucionales y los diseños curriculares. Desarrollar una mayor oferta académica y de trayectos desde pregrado hasta posgrado incorporando, por ejemplo, saberes emergentes y juveniles y también oficios que se están perdiendo.
  3. Fomentar la multiplicidad de pedagogías y de enseñanzas, de tecnologías y ambientes de aprendizajes.
  4. Desarrollar políticas de extensión desde una perspectiva de diálogo y ecología de saberes. Sabemos que la universidad no es el hogar exclusivo de la cultura sino que la comparte, por ejemplo, con los barrios, los clubes, los museos, las redes y los medios. La universidad no tiene futuro como un refugio cerrado sino como un espacio abierto a lo público, a la multiplicidad de voces y prácticas.
  5. Fomentar la multiculturalidad como aprendizaje para vivir juntos, fortaleciendo así la construcción de una sociedad más democrática y con plena vigencia de los DD.HH. Hacer de nuestro territorio un espacio cosmopolita y plural, en definitiva: “un mundo donde quepan todos los mundos”.

 

Compromiso con la innovación, la investigación y la calidad

Los países desarrollados lo son, entre otras razones, por tener altos niveles de inversión destinados a la educación, la ciencia y la investigación. Es imperioso impulsar políticas en áreas estratégicas que incentiven y profundicen la innovación, la investigación y la vinculación con la sociedad de la que formamos parte. Sin ninguna duda, el compromiso exige reivindicar la recomposición salarial de los docentes e investigadores, jerarquizar su trabajo y mejorar la infraestructura institucional. En paralelo con estos objetivos, es necesario asegurar la calidad académica del pregrado, grado y posgrado.

 

Herederos y militantes reformistas, asumimos el desafío de mantener su irreverente potencia política porque su matriz está en las antípodas del pensamiento conservador y encarna la esperanza de cambios frente a la resignación del status quo. Es por eso que la vigencia de la Reforma radica en la capacidad de renovación de las ideas y en la generación de una movilización colectiva en pos de imaginar y realizar sueños como nos muestra el movimiento feminista y de la diversidad LGTBIQ+. En su potencial plebeyo y rebelde anida el enorme legado y está en nuestra capacidad de gestión inscribir y concretar los nuevos compromisos a los que el centenario proyecto reformista nos convoca.

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